Nací durante el verano del amor, un momento icónico en San Francisco donde la contracultura hippie estaba en su apogeo. Soy hija del flower power y de la revolución cultural que me hizo crecer un poco a contracorriente en un entorno muy conservador pero a la vez respetuoso de los diferentes puntos de vista sociales, económicos y políticos.
Recuerdo con cierta gracia una expresión entonces usada por mi familia para referirse a alguien cuya conducta no iba de acuerdo con su edad, según los cánones de aquel entonces: “A esa persona se le perdió su acta de nacimiento”. Y sí, era como una sentencia que decidía quién estaba fuera de lugar y no se ajustaba al comportamiento que se esperaba de su generación.
“Sexalencia”
Hoy en día, y dejando atrás esos incómodos prejuicios, surge una novedad d