Desde la época de los griegos se decía que era importante no cambiar la ley constantemente, pues eso podía conducir a su inaplicación. Por otro lado, la renovación permanente de las estructuras del Estado genera incertidumbre en la población, pues no se da tiempo a que el andamiaje institucional se asiente.
Por alguna razón, cada gobernante que llega quiere cambiar el marco normativo en una o en otra materia. Resulta curioso que, la Constitución de Estados Unidos haya sido modificada solamente en veintisiete ocasiones en más de doscientos años de historia (la última de ellas en 1992) mientras que nuestra Constitución ha sido modificada casi ochocientas veces en poco más de cien años de existencia.
Lo que más llama la atención es que las reformas que plantea el poder siempre son para arro