Nuevo proyecto, mismos errores. El Atlético no aprende y sigue desangrándose en estadios en los que se espera que no falle de una forma tan grosera. Cornellà fue testigo de los tres primeros puntos regalados por un presunto aspirante al título que se niega a asumir ese papel pese a los siete fichajes del verano. Hizo lo más difícil adelantándose en el marcador con un golazo estratosférico de falta de Julián , pero luego cometió un pecado mortal en el área y le concedió el empate a un Espanyol que ni siquiera había llegado a la portería de Oblak, y que acabó ganando con un golazo de Pere Milla . Primer jarro de agua fría y primeras dudas dirigidas no sólo a los futbolistas, sino también al banquillo. La diferencia de ritmo de la primera a la segunda parte fue más que evidente. Simeone se volvió a equivocar gravemente en los cambios y la consecuencia es la derrrota.

El Espanyol le metió al arranque una dosis extra de testosterona para intimidar al Atlético y enardecer a una grada que celebró cada arreón doméstico en la presión con una ovación cerrada. Siete minutos duró la embestida , justo el tiempo que tardó Almada en dibujar un pase maravilloso a la espalda de Romero para que Llorente se proyectase en el área. La jugada acabó en una falta de Álex Baena bastante discutible, pero la consecuencia fue un cambio inmediato de guion en el partido.

Al paso por el minuto 10 el Atlético ya mandaba, y lo hacía con argumentos sólidos. En su primer saque de esquina Álex Baena recurrió a su toque de seda para regalarle un balón de gol a Hancko, que apareció en el primer palo para cabecear con fuerza, pero sin la dirección necesaria. Dmitrovic , bien colocado, rechazó con los puños el primer disparo entre palos de la noche. Oblak le dio la réplica poco más tarde en un cañonazo tremendo de Roberto que le obligó a emplearse a fondo.

El partido fue avanzando mientras iba aumentando la influencia rojiblanca en el juego. Al Espanyol pronto no le quedó otra que encogerse para cortarle espacios a un rival cada vez más asociativo. Julián, Baena y Almada aportaron el talento y Cardoso y Hancko se encargaron de la recuperación. El Atlético era muy superior, pero le faltaba cumplir el primer mandamiento del fútbol, el gol. Con mucha llegada, pero sin remate , parecía condenado a otra noche de sequía. Todo cambió a los 36 minutos cuando Gallagher fue derribado fuera del área y Julián Álvarez tomó el balón para ejecutar una falta directa perfecta, de catálogo. Una obra maestra para abrir el marcador. El 0-1.

Al Espanyol el gol no le sentó bien. Quedó tumbado en la lona y a merced del Atlético, que tuvo la ocasión de haber resuelto antes del descanso, pero ahí se volvió a evidenciar la falta de un 9 capaz de rematar alguno de los centros laterales que fueron bien dirigidos, pero que nunca llegaron a su destino. Al final hubo que conformarse con el gol de Julián como recompensa de un primer acto de marcada superioridad rojiblanca.

El argentino fue protagonista de la primera acción de gol del segundo tiempo, una combinación al primer toque de lujo que acabó con un disparo a la base del poste, con Dmitrovic batido. El disparo de Julián fue la única noticia de un arranque de segundo acto mucho más trabado al que se habían sumado desde el principio Koke y Barrios , sustitutos en el descanso de Cardoso -con tarjeta- y Gallagher. Más tarde tuvieron minutos Griezmann y Raspadori, que con sólo tres entrenos ya ha adelantado a Sorloth .

Todo parecía más o menos controlado, sin que el Espanyol hubiera llegado ni una sola vez a las cercanías de Oblak, pero la historia tantas veces vista en este tipo de cambios volvió a repetirse. A los 72 minutos Edu Expósito botó una falta sin aparente peligro, pero Raspadori se tragó el desmarque de Miguel Rubio y el ex central del Granada, recién entrado al campo, remató a placer al fondo de la portería.

No acabó ahí el castigo al Atlético. La noche aún le tenía reservada otra mala noticia porque poco después otro recién llegado, Pere Milla , soltó un disparo tremendo a la escuadra ante el que no pudo hacer nada Oblak. Ya por entonces estaba en el campo Sorloth como revulsivo de emergencia, pero no llegó ni a entrar en contacto con el balón. El debut que en el descanso era ilusionante acabó convertido en un drama del que Simeone tiene mucha, mucha responsabilidad.