El 15 de agosto de 1805, en las afueras de Roma, el joven Simón Bolívar ascendió al Monte Sacro acompañado por su maestro Simón Rodríguez. Aquel lugar, cargado de simbolismo histórico, era conocido por ser punto de consulta de augures romanos, quienes interpretaban el vuelo de aves para guiar a los magistrados en su conducta pública.
En ese escenario solemne, Bolívar pronunció el juramento que marcaría su destino y el de América: “¡Juro delante de usted, juro por el Dios de mis padres, por mi honor y por la Patria, que no daré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma, hasta que no haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español!”
Este momento, recogido por Fabio Lozano y Lozano en El Maestro del Libertador, revela la profunda convicción del joven caraqueño, inspirado