“Tu vida es un regalo de tus padres. Por favor, piensa en tus padres, hermanos e hijos. No te lo guardes. Habla de tus problemas” . Así dice uno de los carteles ubicados en la entrada de Aokigahara , en japonés, como un intento final de disuadir a quienes cruzan el límite con la intención de no regresar. El bosque se encuentra en la prefectura de Yamanashi, a unos cien kilómetros de Tokio, y abarca cerca de 35 km2 dentro de un parque natural en la falda del Monte Fuji.
Aokigahara parece un bosque como cualquier otro: árboles altos, sombra fresca, caminos rodeados de vegetación densa. Según quienes lo recorrieron, la atmósfera se transforma a medida que se avanza. No se escuchan pájaros, ni crujidos de ramas, ni viento. El silencio resulta absoluto, denso, inquietante. Ese silencio, poc