Escribo esto a horas de la cumbre Putin-Trump en Anchorage, Alaska. Me permito pronosticar que nada decisivo o siquiera importante va a salir de allí. Por lo menos no sobre la guerra en Ucrania. Trump sabe que es así, y se ha venido adelantando en el tema de un fracaso de la reunión. Pero a la vez el republicano ofrece una segunda reunión, con presencia de Volodimir Zelenski.

De tanto verlos en el millón de pantallas de la realidad, el mundo se ha acostumbrado a la extraña idea que los gobernantes pueden acabar las guerras simplemente reuniéndose entre ellos. No es así, o por lo menos los casos son muy raros, y las fotos son engañosas. No fue la reunión de Yalta (1945) la que decidió el fin de la Segunda Guerra Mundial (fue Hiroshima). Igual la reunión de los cancilleres Chamberlain-Ribbe

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