En una de sus estupendas columnas —“ ¿Hay verdades políticas?” — Moisés Wasserman reclama un pacto cívico por el respeto a la verdad: si así no acontece, careceremos de fundamentos adecuados para afrontar los cruciales debates sobre la justicia. En el corazón de sus preocupaciones se encuentra la amplísima difusión de la “posverdad”, la mentira y la manipulación de los hechos.

Fueron abundantes los datos espurios que se les presentaron a los electores ingleses para que votaran el retiro de la Unión Europea. Donald Trump no ahorró esfuerzos para afirmar, sin ningún fundamento, que Barack Obama no nació en los Estados Unidos y que era musulmán, una reprochable estrategia para restar credibilidad a un rival. Entre nosotros prolifera también la falsedad.

Qué mentiras no se dijeron, tanto p

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