Cuando una persona pierde la capacidad del habla, las interfaces cerebro-máquina capaces de leer la mente se convierten en una gran necesidad. Hasta ahora existían muchas opciones basadas en la detección de señales neuronales asociadas al movimiento de los labios para hablar. Es decir, los usuarios piensan en decir algo, lo intentan y, aunque no lo consigan, las señales neuronales que disparan pueden ser interpretadas por una máquina. Gracias a este tipo de interfaces, recientemente se logró que un paciente con ELA pudiese comunicarse con sus seres queridos . Sin embargo, hay un inconveniente bastante importante: el proceso es agotador para los usuarios.

Para evitar este problema, un equipo de científicos de la Universidad de Stanford ha desarrollado una interfaz cerebro-máquin

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