Lo que hace apenas unos años parecía ciencia ficción hoy se ha convertido en una amenaza real. Los llamados deepfakes , videos creados con inteligencia artificial que imitan rostros, gestos y voces de manera casi perfecta, irrumpieron con fuerza en el debate público.

Aunque nacieron como un recurso creativo para el cine o la publicidad, su lado más oscuro se impone: la manipulación de imágenes de figuras públicas con fines engañosos, ofensivos o directamente delictivos.

Este fenómeno volvió a estar en el centro de la escena tras la difusión en la deep web de material falso de índole íntima que involucro a Amalia de Orange , heredera al trono de los Países Bajos.

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