¿Qué tendría qué pasar en Cajeme para que las autoridades se dignaran a diseñar un efectivo plan de contención y ataque a la delincuencia organizada que se tradujera en una disminución de la criminalidad desatada y en un respiro para la población?

El fenómeno de la violencia criminal en Ciudad Obregón, la cabecera del segundo municipio más poblado de Sonora no es nuevo y sobradamente podría decirse que es histórico. El Cajeme de los años 70 y 80 conoció -y hasta socializó- con la presencia de capos generalmente dedicados al trasiego de mariguana, pero estos no andaban por las calles echando bala y solo excepcionalmente, se registraban ejecuciones o tiroteos.

50 años después, el fenómeno se ha complicado de manera extrema. Las autoridades tienen desde hace varios años un diagnóstico de la

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