
La Vuelta a España 2025 será una edición especial. La carrera cumple 90 años y lo celebrará con un recorrido internacional que arranca en Italia y pasará también por Francia y Andorra antes de adentrarse en España . Con un total de 21 etapas y más de 3.100 kilómetros , el trazado ofrece oportunidades para todos los perfiles de ciclistas, pero serán unas pocas jornadas clave las que decidan quién se viste finalmente de rojo en Madrid. Entre ellas destacan cinco etapas que, por dureza, historia y diseño, están llamadas a ser el escenario donde se escriba el desenlace de esta edición.
Etapa 7, el primer gran reto
La primera gran cita llegará en la séptima etapa, entre Andorra la Vella y Cerler. Se trata del regreso a un puerto de montaña que no se incluía en la Vuelta desde 2007 y que ha sido final en alto en once ocasiones. Con 171 kilómetros y dos puertos de primera categoría , entre ellas la Collada de Toses, el recorrido pondrá a prueba las piernas de los favoritos en una fase temprana de la carrera. El ascenso final a Cerler, con su dureza sostenida, servirá para clarificar quiénes llegan con más fuerzas tras la salida italiana y los primeros contactos con la montaña.
En Bilbao
Otra jornada marcada en rojo es la undécima etapa, con inicio y final en Bilbao . El recorrido recuerda a las clásicas de primavera, con cotas cortas pero exigentes que pueden romper el pelotón. La doble ascensión a El Vivero, sumada a la subida al Pike, garantiza espectáculo en un terreno propicio para ataques lejanos y sorpresas. Además, la afición vasca convierte cada paso por estas carreteras en un hervidero, lo que multiplica la tensión y la exigencia de la jornada. Para los hombres de la general será un día peligroso: perder unos segundos en un final tan nervioso puede ser tan decisivo como ceder minutos en la alta montaña.
Desde Cabezón de la Sal hasta el Angliru: la etapa reina de la edición
La decimotercera etapa llevará al pelotón desde Cabezón de la Sal hasta el Angliru . Con casi 200 kilómetros en el recorrido y dos puertos de primera categoría previos, La Mozqueta y el Cordal, se presenta como la etapa reina de esta edición . El coloso asturiano, con rampas que superan el 20%, ha escrito páginas memorables de la Vuelta desde que se estrenó en 1999. Afrontarlo tras una jornada tan larga puede marcar diferencias abismales entre los favoritos, en lo que se anticipa como el momento más decisivo de toda la carrera.
Etapa 14: grandes puertos de la cordillera cantábrica hasta la meta en La Farrapona
Lejos de conceder respiro, la decimocuarta etapa encadenará los grandes puertos de la cordillera cantábrica hasta la meta en La Farrapona . Esta cima ya ha sido final en dos ocasiones, la última en 2020 con triunfo de Hugh Carthy, y se caracteriza por su longitud y la sucesión de ascensiones previas . El desgaste acumulado tras el Angliru y la dureza de la etapa convierten esta jornada en un terreno idóneo para emboscadas, alianzas tácticas y posibles vuelcos en la clasificación general. En dos días consecutivos, la Vuelta pondrá a los aspirantes al límite.
Etapa 16: recordando a las clásicas de las Ardenas
La última de las etapas clave será la decimosexta, con salida en Poio y llegada a Mos, en Galicia . Diseñada con el asesoramiento del exciclista Óscar Pereiro, ganador del Tour de 2006, este recorrido recuerda a las clásicas de las Ardenas . Sus continuos repechos, las carreteras estrechas y un terreno sin descanso pueden ser determinantes al inicio de la tercera semana. No es la montaña pura la que amenaza aquí, sino la acumulación de esfuerzos y la posibilidad de que un movimiento inesperado haga tambalear las posiciones de la general.
Más allá de estas cinco jornadas, el recorrido de la Vuelta 2025 incluye otros finales en alto históricos como Pal, Cerler, Valdezcaray, Larra-Belagua, el Morredero o la emblemática Bola del Mundo, que cerrará la penúltima etapa en Madrid . Sin embargo, los perfiles de las etapas 7, 11, 13, 14 y 16 destacan por su capacidad para desnudar fortalezas y debilidades de los aspirantes, y por concentrar la dureza en momentos clave de la competición.
La Vuelta 2025 no solo mira al pasado con guiños a sus escenarios más legendarios, sino que también propone un trazado equilibrado en el que la montaña volverá a ser juez . El Angliru y La Farrapona en Asturias, la trampa gallega de Mos o la dureza pirenaica de Cerler conforman un menú variado que exigirá regularidad, explosividad y resistencia. Será en esas carreteras donde se decida quién entra en la historia en el 90 aniversario de la carrera.