Nada confirma mejor la jubilación del expresidente que la soledad de los suyos

—No son corruptos mis hijos. No hay una sola prueba — afirmó Andrés Manuel López Obrador tras un reportaje difundido por un medio informativo contra el tercero de sus hijos.

Entonces —entre anécdotas familiares, béisbol, refranes y los zapes habituales a Carlos Loret—, López Obrador devolvía las bolas curvas que buscaban ponchar a sus críos.

—Yo le doy todo lo que tengo, y mis hijos, a cambio de lo que él tiene y su familia —lo emplazaba el expresidente. Era doble o nada.

—Me va a dar mucha tristeza dejarle la quinta de Palenque, que es una herencia familiar —ironizaba Obrador mientras calculaba el precio de la casa del periodista en Valle de Bravo y sugería salvar la memoria de Rubén Darío de la afrenta d

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