En el panorama estratégico global, la evolución constante de la tecnología militar representa un desafío perpetuo . Las naciones invierten sumas considerables en desarrollar sistemas ofensivos y defensivos cada vez más sofisticados, buscando siempre una ventaja táctica. Esta carrera armamentística define, en gran medida, la dinámica de poder en el siglo XXI.

Dentro de este complejo escenario, la capacidad para neutralizar amenazas aéreas, especialmente misiles balísticos, se ha convertido en una prioridad absoluta. Sistemas como el Patriot, reconocidos por su eficacia en diversos conflictos, son pilares fundamentales de la estrategia defensiva de muchos países, ofreciendo un escudo vital contra ataques a gran escala.

Sin embargo, cada avance en la defensa suele ir acompañado de una resp

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