No fue una simple visita: fue una batalla campal de escucha activa y promesas, donde las necesidades de los vecinos fueron los verdaderos contendientes.

Con una llave de comprensión y un plan de seguimiento a tres caídas, la panista escuchó de primera mano los golpes bajos que ha sufrido la comunidad: desde los daños materiales tras las lluvias —que hicieron más tapías que un luchador en jaula— hasta otras carencias que exigen una intervención municipal contundente.

No es la primera vez que la ruda llega al cuadrilátero: en rounds anteriores ya había repartido hule para los techos y apoyos alimentarios, como si fueran máscaras y cabelleras en apuros.

“La cercanía con la gente es la mejor manera de entender su realidad”, declaró Martínez, en modo babyface, mientras reiteraba que el gobie

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