Si él cree que le debo dinero desde 2009, se equivoca. En aquel entonces, operaba un modesto taller mecánico que ofrecía un servicio deficiente, razón por la cual no se le liquidó un adeudo que ahora pretende inflar y cobrar mediante intimidaciones.
Lo sorprendente es cómo, de aquel pequeño taller ubicado en la calle Escudero —casi esquina con Universidad, frente al Hotel Mirador—, en el que incluso se observaban patrullas oficiales, pasó a ostentar una enorme nave industrial y cambiar la razón social de Mafresa a Mafresa Group, mostrando de golpe un ascenso económico que levanta más dudas que certezas.
La pregunta es inevitable: ¿quién lo protege desde la Fiscalía o desde el propio Gobierno? Porque este personaje no solo acumula señalamientos de corrupción, sino que además tiene vínculo