El Congreso no para de producir escándalos. Ahora, lejos de atender la urgencia de un país sumido en crisis económica y social, considera la posibilidad de aumentar el sueldo de los futuros parlamentarios de 15,600 a 42,717 soles, equiparándolo al de los jueces supremos. La sola idea resulta insultante para los millones de peruanos que sobreviven con ingresos precarios y que, además, sostienen con sus impuestos a una clase política desacreditada.

La contradicción es flagrante: los mismos que aseguraron que la bicameralidad no generaría más gasto público pretenden ahora triplicarse el sueldo. No hay coherencia, ni compromiso con la austeridad que exige el país, solo un afán de servirse del poder en beneficio propio. Con este tipo de iniciativas, los legisladores confirman que no representa

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