Limitar los llamados free tours , imponer tasas turísticas o elevar las multas por orinar en la calle, pasear en bañador o pasarse de decibelios con la música son algunas de las medidas que adoptan las ciudades para plantar cara al turismo masivo y limitar su impacto negativo en los vecindarios.
Ciudades como Toledo , Patrimonio Mundial de la Humanidad, avanzan en la regulación del turismo con iniciativas como reducir los grupos turísticos a 30 personas en su casco histórico o prohibir el uso de megáfonos a los guías, bajo amenaza de multas de hasta 700 euros.
Segovia trata de proteger su tesoro, el Acueducto romano, con sanciones de entre 750 y 3.000 euros para quien dañe el monumento, que data del siglo II.
Baleares baraja subir el impuesto por turismo (la llamada ecotasa )