A tres metros bajo tierra, una red de túneles y trincheras fortificadas con madera ofrece un lugar más seguro para que los combatientes de primera línea descansen y se recuperen, y una posición más profunda para defenderse de un posible avance ruso hacia Zaporiyia, en el sureste de Ucrania.

Aquí abajo, en la tierra, se siente lejos de la capital, Kyiv, y a años luz de Estados Unidos, donde la dramática actividad diplomática de la última semana significa poco para quienes están en el campo de batalla.

“Queremos creer que la guerra terminará, pero no parece probable a corto plazo”, dijo Viktor, un soldado de infantería de 53 años de la 65ª Brigada Mecanizada Independiente. “¿Cómo podemos creerle (al presidente ruso Vladimir Putin) cuando ha habido tanto engaño?”

Las esperanzas de progreso

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