En el corazón de Europa , una extraña paradoja económica está en juego. A pesar de que los indicadores sugieren un ritmo de actividad comercial en crecimiento, con el PMI de agosto mostrando una expansión, la sensación general entre los ciudadanos no es de bonanza. El optimismo de los mercados contrasta agudamente con la realidad del bolsillo de la gente, que no ve un aumento comparable en sus salarios. Este fenómeno es un rompecabezas que desafía la lógica económica tradicional. Si las empresas están activas y el comercio prospera, ¿por qué no se traduce en una mejora tangible para el ciudadano promedio?

La respuesta a esta pregunta no es simple, y se esconde en una compleja telaraña de factores estructurales y coyunturales. Uno de los elementos más evidentes es la brecha de producti

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