Rosarito BC.- Se deja el corazón, resume Armando Mejía Morales , bombero de Rosarito que en unos meses se jubilará. Él fue víctima de la violencia hace casi dos décadas cuando una bala perdida lo postró en silla de ruedas, pero eso no lo limitó para seguir sirviendo en la estación de los tragahumo.
Su tarea desde entonces ha sido apoyar a sus compañeros desde la estación de monitoreo para despachar las unidades, labor vital para el trabajo de los bomberos, su segunda casa. Por eso, aunque al iniciar el próximo año se jubilará, asegura que lo más probable es que regrese a ser voluntario, porque afirma: “el traje de bombero se lleva en la piel, pero más en el corazón”.
Armando Mejía fue herido en 2008 y quedó en silla de ruedas. Foto: Carmen Gutiérrez
Recuerda que en 2008 su vida ca