La última medición de actividad económica del segundo trimestre de 2025 muestra una caída mensual, aunque un crecimiento superior al 6% en comparación anual. Este comportamiento refleja un patrón de "serrucho" desde febrero, cuando se interrumpió la tendencia de recuperación. Desde entonces, se han producido oscilaciones en varios sectores, aunque las proyecciones para 2024 siguen siendo optimistas. Sin embargo, la nueva coyuntura monetaria y financiera podría ejercer presión en los próximos meses, justo antes de las elecciones legislativas.
El reciente paquete de medidas monetarias del Gobierno ha dejado claro que se priorizará la estabilidad de precios y del tipo de cambio, incluso a costa de la actividad económica. Según Portfolio Personal Inversiones (PPI), la baja de junio fue una de las más significativas en más de un año. "Es la segunda mayor caída en 14 meses, solo detrás de la de marzo (-1,8%)", señalaron, añadiendo que surgieron dudas sobre la sostenibilidad del viejo esquema cambiario antes de la firma del nuevo acuerdo con el FMI.
En un contexto de aumento de tasas, encajes y morosidad, los bancos podrían adoptar una postura defensiva, limitando el otorgamiento de crédito en pesos. El informe de Equilibra advierte que si esto ocurre, el estancamiento actual podría transformarse en recesión. Los factores de presión incluyen la menor disponibilidad de financiamiento y la creciente tensión en la cadena de pagos.
Analytica también ha destacado signos de estancamiento. Con la caída prevista para julio (0,1%), la actividad económica ha tenido cinco de siete meses con variaciones negativas en 2025, situándose un 0,8% por debajo de diciembre. Según su análisis, la economía ha entrado en una etapa de estancamiento, reflejando los límites del actual esquema que restringe la demanda para sostener el régimen monetario y cambiario.
Por otro lado, LCG ha identificado señales mixtas en los indicadores de julio. Los datos preliminares muestran caídas en ventas minoristas y recaudación de IVA, pero aumentos en la recaudación del impuesto al cheque y en el consumo de durables. Sin embargo, LCG advierte que acelerar la desinflación antes de las elecciones tendrá costos en términos de actividad, ya que el aumento de tasas restringirá el crédito, que ha sido el principal motor de recuperación en los últimos meses.
En el sector industrial, los datos preliminares de la Unión Industrial Argentina indican un aumento interanual del 2,8% en la actividad fabril en julio, aunque los niveles siguen por debajo de los alcanzados en 2022 y 2023. Los despachos de cemento aumentaron un 2,4% respecto a junio, pero permanecen un 22% por debajo de julio de 2023. La industria enfrenta un contexto de tasas de interés más altas, lo que encarece el crédito y el capital de trabajo.
La Fundación FIEL también ha señalado señales de desaceleración en la industria, con una caída interanual del 3,3% en el Índice de Producción Industrial (IPI) de julio. La contracción mensual se atribuye a paradas programadas y niveles de actividad más elevados un año atrás. En el sector automotriz, se reportó una caída interanual del 16,5% en la producción, afectada por la apreciación del peso frente al real brasileño.
En la construcción, la situación es ambigua. Aunque los despachos de cemento mostraron una baja interanual del 2,8%, hubo un aumento del 9,3% respecto a junio. Sin embargo, la falta de obra pública sigue siendo el principal obstáculo, manteniendo los volúmenes muy por debajo de los años anteriores.