por Mauro Peverelli
Fueron días raros, había ruido político… dice Linari. Se reclina hacia atrás, en su asiento del escritorio. Me mira. Cuándo no lo hubo… agrega. Se pone de pie. Camina hasta la biblioteca. Pero se terminaba una década; la democracia era joven… dice y retira, unos centímetros, un libro del estante, después otro; está buscando algo. Yo había vuelto a mis lecturas, quería olvidarme del robo, de todo aquél asunto… pero Julián seguía obsesionado con la desaparición de la guita, no se resignaba. “Oh tú, gran astro, qué sería de ti si no tuvieras aquellos a quienes iluminas” , lee, ni bien encuentra el ejemplar del Zaratustra, de Nietzsche. Qué comienzo… es profundamente humano… nada sin los hombres, sin esa voluntad que da sentido y propósito a la existencia… de todo, de l