Europa, durante siglos epicentro del poder mundial, se enfrenta a una acelerada pérdida de relevancia. Sus imperios moldearon el mundo moderno, pero tras 1945 cedió la primacía a Washington y Moscú. El proyecto de la Unión Europea nació como una respuesta ambiciosa para superar rivalidades históricas y reconstruir un continente devastado por dos guerras mundiales. El deseo de los padres fundadores era primero la paz entre antiguos enemigos irreconciliables, la reconstrucción y tratar de seguir siendo influyentes en el mundo, aunque solo fuese como potencia económica y comercial. Lamentablemente nuestras aspiraciones se quedaron en ensoñaciones, hoy por hoy, irrealizables. Europa atraviesa un proceso de decadencia multidimensional que amenaza con convertirnos en un actor secundario en un
La irrelevancia de Europa: la tragedia de un declive evitable

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