Salió de la provincia del Chapare, la región cocalera del trópico cochabambino, para convertirse en el presidente de Bolivia , y allí mismo regresó dos décadas después despojado de cualquier honor, envilecido por el poder y transformado en forajido. La vida de Evo Morales , como la de todos los caudillos latinoamericanos, ha sido excesiva.En los últimos veinte años pasó de vivir en un edificio de 34 millones de dólares que él mismo mandó construir, a refugiarse detrás de una empalizada en Lauca Ñ, un pueblo cocalero donde cientos de campesinos lo protegen con escudos hechizos y lanzas de madera. Llegó a tener un museo consagrado a sus obras y milagros, y ahora lo persigue un abultado cartapacio donde sobresalen, más que milagros, pecados como el estupro, la trata de personas, el terrorismo
Ascenso y caída de Evo Morales, el gran chamán de la izquierda

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