La industria de los ultraprocesados –productos que, a partir de técnicas industriales, se modifican para añadir sodio, azúcares y grasas saturadas– “no tiene un compromiso con la salud, sino con el negocio”. Por décadas, “lo que han hecho es debilitar y oponerse a la aplicación de políticas públicas en beneficio de niñas, niños y adolescentes”, coinciden expertos e investigadores de la nutrición infantil.
Su participación en el diseño y aplicación de políticas orientadas a la salud alimentaria y el bienestar nutricional de la población representa, en realidad, un riesgo de conflicto de intereses, alertan al mismo tiempo, las organizaciones Mundial de la Salud y Panamericana de la Salud.
Incluso, los organismos de Naciones Unidas han recomendado establecer mecanismos de blindaje para que