La supervivencia de nuestra democracia depende de la caída de la dictadura venezolana.

Solamente un ciego podría dejar de ver las conexiones existentes entre los tirano-mafiosos venezolanos y los actos de violencia y corrupción que atacan a Colombia. Detrás de cada carrobomba y de cada asesinato de soldados y policías está la sombra de Maduro.

La historia nos enseña que las dictaduras no conocen fronteras. Como las metástasis del cáncer, se extienden, corrompen y destruyen todo a su paso. Hoy enfrentamos una realidad que una parte las dirigencias política y empresarial colombianas prefieren no mirar de frente: el régimen de Maduro no es simplemente un vecino incómodo, es el epicentro de una red criminal transnacional que amenaza la supervivencia misma de la democracia colombiana.

Durant

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