En las verdes praderas de un santuario de Massachusetts, en EE UU, una pequeña cordera ha revolucionado el concepto de resiliencia. Kiki, nacida con una condición física que le impedía usar sus patas a pesar de meses de terapias y cirugía, ha transformado su limitación en una oportunidad única de demostrar su increíble espíritu y determinación.

Rechazada inicialmente por su madre con apenas 11 días de vida y acogida por el santuario “Don't Forget Us, Pet Us”, Kiki ha sorprendido al mundo al aprender a usar una silla de ruedas motorizada adaptada.

Un viaje de independencia

El personal del santuario descubrió que Kiki era capaz de jugar con juguetes infantiles usando su cabeza y decidió adaptar una silla de ruedas para darle independencia. Bastaron segundos para que entendiera cómo

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