En otro clásico que se rompió por intermedio de un tiro libre, el encargado de patear el tablero fue nada menos que Ángel Di María . Y lo que hizo Fideo fue sencillamente descomunal, porque al convencimiento de que podía dañar al rival, a ese zurdazo le agregó la cuota máxima de justeza. Por eso el balón viajó directo al ángulo superior izquierdo del paraguayo Juan Espínola .

La tecnología marcó que el remate fue desde 29,3 metros , lo que le impregnó un tinte épico. Quienes lo presenciaron en el Gigante y quienes lo hicieron por televisión apreciaron lo que fue una trayectoria perfecta del balón, que mostró peligro desde el mismo momento en que la zurda de Di María impactó.

Tras la corrida amenazante de Emanuel Coronel , la falta táctica del uruguayo Martín Fernández y l

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