La administración de Donald Trump ha intensificado su presencia militar en América Latina y el Caribe. Este fin de semana, la Marina de Estados Unidos confirmó el envío de tres destructores de misiles guiados Arleigh Burke y el grupo anfibio Iwo Jima, que cuenta con al menos 4.500 marineros. Además, se ha reposicionado la unidad Expedicionaria de Marines #22, que incluye a 22.000 marines. Este despliegue tiene como objetivo combatir a los carteles de droga que operan en la región, según un informe de The New York Times.
Las tensiones en Venezuela han aumentado en este contexto. Trump ha establecido una recompensa de 50 millones de dólares por el dictador Nicolás Maduro, lo que sugiere un enfoque más agresivo hacia el país sudamericano. La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, afirmó que "el presidente Trump ha sido muy claro y consecuente" en su disposición a utilizar todos los recursos disponibles para frenar la entrada de drogas a Estados Unidos y llevar a los responsables ante la justicia. Leavitt también subrayó que Estados Unidos considera que Maduro "no es un presidente legítimo".
Los buques enviados por Trump tienen la misión de cargar, transportar y desembarcar tropas, además de ofrecer apoyo militar en las operaciones. Se prevé que transporten a unos 1.000 soldados, más de mil miembros de la tripulación y al menos 30 aeronaves, incluyendo helicópteros y aviones de guerra.
En respuesta a esta situación, Maduro declaró que "ningún imperio va a tocar el suelo sagrado de Venezuela". Afirmó que "Venezuela hoy más que nunca tiene con qué" enfrentar la presión de Estados Unidos.
El mes pasado, Trump firmó una directiva que autoriza al Pentágono a utilizar su fuerza contra los carteles de droga en Latinoamérica, a los que ha calificado de "terroristas". Además, ha señalado a Maduro como el líder de las bandas criminales en Venezuela, lo que podría facilitar una intervención militar por parte de Estados Unidos.