El nombramiento de Miguel Uribe Londoño como precandidato presidencial tras el asesinato de su hijo fue resultado de una serie de decisiones y maniobras internas en el Centro Democrático, marcadas por reuniones privadas en Antioquia y acuerdos familiares.

La construcción del reemplazo partió con la cita en Rionegro entre Álvaro Uribe Vélez y Miguel Uribe Londoño el 21 de agosto. Esta reunión buscó detallar la mecánica para incorporarlo como aspirante bajo las mismas condiciones que los precandidatos originales: María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Paola Holguín y Andrés Guerra. La necesidad de mantener cohesión en el equipo, dañada tras el asesinato de Miguel Uribe Turbay, forzó un pacto explícito que evitara fracturas en el partido.

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