«Siento impotencia. Ves que tus cerezos se queman y se echa a perder lo que has trabajado durante décadas. El fuego nos rodeó y ... tuvimos que salir de la finca. Yo me fui porque mi familia me obligó; si no, no me voy». Así empieza la historia de Jesús Olmedo y sus hijos Álvaro y Pablo. Ellos han pasado los peores diez días de su vida y ahora, mientras caminan entre árboles abrasados, relatan cómo el incendio de Jarilla amenazó sus cultivos, lo que les da de comer.
En la parte más alta del Valle del Jerte, el conocido como paraje de los pinos de Navaconcejo, allí se llega por un camino estrecho y empedrado entre terrazas de cerezos. En total, unos 20 minutos en coche en los que el negro de la ceniza solo se ve en la zona más elevada.
Es un paisaje en el que hay cerezos y castaños que