Los incendios que estos días han asolado a una parte del territorio se han convertido en una catástrofe nacional, con varias víctimas mortales, la destrucción de los medios de vida de centenares de familias, la destrucción de pueblos enteros y la calcinación de muchos millones de hectáreas de terreno, coches y pactos que tardarán bastantes años en recuperarse. La defensa ecológica se ha quedado sin argumentos.

Muchas personas pasaron miedo y más aún sufrieron la angustia de ver lo que algunos compararon con la imagen del infierno que describían los párrocos en nuestra infancia. El balance positivo, por denominarlo de alguna forma, fue la actuación heroica de bomberos, militares y voluntarios que han conseguido dominar las llamas y evitar daños, que de no haber sido por ellas habrían sido

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