Hay semanas en que la crítica aprieta y el foco se nubla. Ahí es donde más falta nos hace la compasión: con el otro y con uno mismo.

Entender al otro no es justificarlo; es reconocer que cada quien habla desde su historia. Recordemos con humildad de dónde venimos y quién somos: no para regodearnos en problemas, sino para nombrar lo que aprendemos en el camino. No pongas tu valor en manos ajenas, es tu mayor poder.

Cuando alguien te ataque con fuerza, no lo hagas personal. Ese ruido que intentan generar es reflejo de sus heridas, de lo que cargan y no han podido sanar y de lo mucho que representas en su vida. Lo que para ti parece una agresión, en realidad es un grito de dolor de su parte. Y aunque duele, también es la oportunidad de seguir creciendo y hacerte más fuerte y consciente.

Ca

See Full Page