CAMPECHE . Bajo el sol inclemente, con sombrillas, niños en brazos y abuelitas aferradas a la tradición, cientos de campechanos hicieron fila este domingo para tocar y besar al Cristo Negro Señor de San Román, en el 460 aniversario de su llegada a tierras campechanas.
Nada detuvo a los devotos, que desde temprano abarrotaron el barrio más emblemático de la capital para renovar una fe que sigue tan viva como hace siglos. El momento más esperado tras la misa quedó expuesta en la iglesia para que los fieles pudieran acercarse, pedir milagros y agradecer lo recibido.
Entre lágrimas y sonrisas, muchos aseguraron que la paz que sienten al tocar al Cristo no se compara con nada. “Salud, sobre todo salud, porque no ando muy bien, y ser felices igual”, compartió Raquel López, quien ha acudido a