El humo que generan los incendios forestales puede desplazarse a cientos de kilómetros, extendiendo una nube invisible de contaminación que pone en riesgo la salud incluso de quienes no ven ni huelen las llamas desde su hogar. En los últimos días, diferentes estaciones de control atmosférico han registrado niveles de contaminación que superan hasta 40 veces los valores de referencia recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En algunos puntos de la península, la calidad del aire ha llegado a situarse entre las peores del planeta.
Lo que convierte al humo de los incendios en un problema sanitario grave son las partículas minúsculas que arrastra: las llamadas PM 2,5, con un diámetro inferior a 2,5 micras. Estas son invisibles al ojo humano, pero penetran profundamente en lo