Como si fuera un rompecabezas, nuevos estudios e investigaciones han ido armando el rostro de los vapeadores y cigarrillos electrónicos, y su real impacto en la salud, a pesar del lobby de la industria que ha logrado, incluso, confundir a la opinión pública legitimándose, entre otras maneras, a través de varias ONG que a punta de maromas argumentativas y datos enrevesados han vendido la idea de que vapear es un hábito inofensivo o ajeno a daños devastadores de otro tipo de consumo como el del cigarrillo.
Pero la ciencia echa cada vez más por tierra esto. El uso de vapeadores en Colombia es alarmante. La Encuesta Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas estimó en 2019 que alrededor de 1,1 millones de colombianos había consumido vapeadores o cigarrillos electrónicos alguna vez.
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