Hasta hace algunas décadas, dos para ser exactos, al ver la camiseta de Brasil del otro lado de una cancha de fútbol un rival podría ser víctima del pánico, y la pregunta que se hacían los espectadores que abarrotaban los estadios, y que nadie se quería perder por la televisión, era cuántos goles iba a meter la Verdeamarela.
En aquellas épocas de mediados de los 2000, la alineación de Brasil estaba conformada por una constelación de estrellas que, posición por posición, tenía a los mejores jugadores del mundo. Especialmente la parte ofensiva, la cual podía contarse por jugadores ganadores del Balón de Oro y que además eran las principales figuras de sus ligas.
Brasil vivía una época dorada, una de las muchas en su historia en la que había sido finalista en las tres últimas Copas del Mund