Hay píldoras que son difíciles de tragar. Una de ellas es cuando hay que tragarse la soberbia. Eso es tan complicado que varios no lo logran, encuentran mecanismos para devolver la píldora y hacen la pataleta. Es lo que ha pasado con algunos economistas ortodoxos, y con no pocos opositores de pocas entendederas, ante los datos sobre reducción de la pobreza que ha arrojado la Encuesta Nacional de Ingreso-Gasto de los Hogares (ENIGH).
El camino más fácil ha sido la negación. Como la ENIGH es levantada por el INEGI, que está a cargo de una exsecretaria de Economía del gobierno de AMLO, entonces los datos son falsos. Para algunos ciudadanos, el INEGI pierde de sopetón toda la credibilidad que había acumulado por décadas, a pesar de que la metodología sea similar (y, por lo tanto, los errores