Jarilla , con apenas 140 habitantes, es un pequeño tesoro del norte de Cáceres. Sus casas de piedra, balcones de madera y callejuelas conservan la esencia tradicional extremeña, mientras en su sierra se abren valles y gargantas rodeados de robledales, encinares y frutales que cambian de color con las estaciones. Ahora, gran parte de este paraje natural ha quedado reducido a cenizas.
Aún se aprecian troncos humeantes y, de vez en cuando, fresnos y encinares siguen doblegándose sobre las sendas naturales que rodean el pueblo. Por eso, los vecinos trabajan cada día desde que el fuego se apagó para tratar de reconstruir su pequeño tesoro.
"Poco a poco"
"Estamos intentando volver a la normalidad, arreglando las gomas de la vía pública que llegan a los desagües de las casas