En el norte de la península de Yucatán, donde el golfo de México se entrelaza con una franja de manglares y playas de arena blanca, la pesca ha sido por generaciones el soporte económico y cultural de las comunidades. Pero en puertos como Celestún, San Felipe y Río Lagartos, la abundancia que alguna vez ofreció el mar ha comenzado a escasear: especies clave como el mero ( epinephelus morio ), el pulpo ( octopus maya ), la langosta ( panulirus argus ) y el pepino de mar ( holoturoideos ) están bajo presión por la sobreexplotación y la pesca furtiva. Ante la escasa vigilancia de las autoridades mexicanas, son las mujeres pescadoras, madres de familia, comerciantes y buceadoras quienes se organizan para proteger esos espacios marinos.

Con sus propios medios, estas

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