«Venir aquí a las tres de la tarde es de valientes». Lo dice bajo un sol de justicia Ramiro Folla, uno de los nueve habitantes de la aldea de San Xulián, una parroquia del concello de A Rúa, en el interior de la provincia de Ourense, un rincón gallego de la España vaciada encaramado sobre una montaña de alcornocales, choperas, castaños y abedules que el fuego ha reducido a troncos esqueléticos aún humeantes y a tierra quemada.
San Xulián, con apenas una decena de vecinos empadronados, es el pueblo más pequeño de todos los afectados por el incendio de Larouco, ya estabilizado, el más grave en la historia de Galicia, que ha devorado 45.000 hectáreas, incluidas las 1.105 de la sierra que rodea la aldea, y que sirven de pasto natural a las 200 cabras, el centenar de ovejas y las dos vacas de