Imaginate un carpintero que mide una tabla en pulgadas, y otro que la corta en centímetros: cuando intentan armar el mueble, nada encaja. Algo así -aunque a escala interplanetaria y con un costo de más de 300 millones de euros- le pasó a la NASA en 1999. La protagonista fue la sonda Mars Climate Orbiter, que debía estudiar el clima de Marte y terminó convertida en chatarra espacial por un error tan básico como usar distintos sistemas de medida.

La nave, de apenas 338 kilos, se lanzó en diciembre de 1998 con un objetivo ambicioso: estudiar el clima marciano . Los ingenieros esperaban obtener datos sobre vientos, temperaturas y polvo en suspensión, información clave para futuras misiones humanas y robóticas al planeta rojo. Todo estaba calculado al milímetro… o eso parecía.

El impens

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