Pecados capitales Mayte Alcaraz
El final del verano llegó
Tan por encima de nuestras mezquindades estaban, que lograron colarse por debajo de la puerta cuando fuimos confinados hace cinco años por un virus asesino. Escucharles exorcizaba la crispación, la polarización, el frentismo. Nos reconciliaba con lo mejor que éramos. Y que somos
Cuando vamos cumpliendo años celebramos más las presencias. Quizá porque las ausencias se nos amontonan en el alma formando una montaña insoportablemente alta y dolorosa. Primero son los abuelos, los nuestros y los de los compañeros de pupitre. Después, nuestros padres y con ellos, antes o después, los tíos, los padrinos, los vecinos de escalera. Y cada vez la guadaña va acercándose más, hasta acosar y derribar a hermanos, primos, amigos. La patria del