En la isla más menuda y occidental de Reserva de la Biosfera, pero un árbol vuelve a contar la historia de siempre con palabras nuevas: el Garoé . No es un monumento ni una reliquia al uso. Es un recordatorio de cómo un territorio aprendió a beber del aire . Entre acantilados, laurisilva y piscinas naturales de lava, El Hierro ha hecho del silencio y la sostenibilidad su marca; el Garoé es su emblema.
El Hierro no compite por multitudes. Prefiere el ritmo lento, con carreteras que simples, miradores sobre un océano inabarcable y fondos marinos que hipnotizan. Ese paisaje volcánico, áspero y bello, sostiene un turismo de escala humana donde cada recurso se cuida como un bien común.
El árbol que "lloraba"
El Garoé se hizo famoso por captar agua de la niebla . Los alisios traen bru