AXTLA DE TERRAZAS.— Las cámaras destellaban y los reporteros se agolpaban alrededor de Isela Anahí Santiago Morales, de 15 años, mientras bajaba de un viejo descapotable en plena tormenta. Sus amigos formaron un cordón para que pudiera llegar al escenario.
Isela, hija de recolectores de basura de la zona , portaba un enorme vestido rosa. Lucía abrumada y exhausta.
Tan solo seis semanas antes, la fiesta de XV años de Isela —una celebración tradicional que simboliza el paso de la niñez a la juventud de las adolescentes en América Latina— había pasado casi desapercibida. Sus padres habían preparado comida e invitado a amigos, pero unos cuantos no aparecieron.
“Luego mi papá dijo que no quería que se echara a perder la comida y subió en Facebook que sobraba comida como para 40 personas