El universo guarda sus memorias en fragmentos dispersos, vestigios que sobreviven a cataclismos y al paso del tiempo cósmico. Uno de esos vestigios es Bennu, un asteroide cercano a la Tierra que desde hace años fascina a la comunidad científica.

Su estudio permitió revelar que transporta consigo polvo más antiguo que el propio Sistema Solar, junto con rastros de espacio interestelar y materiales orgánicos que funcionan como cápsulas del tiempo.

Estos hallazgos no solo enriquecen la comprensión del origen de nuestro vecindario cósmico, también ofrecen pistas sobre cómo se formaron los planetas y hasta dónde llegan los lazos entre distintos cuerpos que hoy recorren el espacio.

Las investigaciones recientes se apoyan en el material recolectado por la misión OSIRIS-REx

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