Una palabra es como una bala: se dispara y es imposible recuperarla. La palabra sana, o hiere; e incluso a veces mata. Pero la imagen va más allá: reconforta, preocupa o deprime. La sucesión de cuatro series de imágenes en una semana ha sido la mejor crónica de la crisis mundial y de España; de la fortaleza o la debilidad de los líderes, pasando por su idoneidad y hasta su ferocidad.

Primera imagen: Vladimir Putin, recibido con alfombra roja en Alaska por un presidente estadounidense que se cree el más listo del mundo pero que sucumbió ante la astucia del líder ruso. La segunda imagen reproduce a diario la hambruna en Gaza y el genocidio, dirigido por Netanyahu, a manos de soldados israelíes; es decir, del pueblo más castigado en la historia por el holocausto nazi. Increíble. La tercera i

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