Tic, toc, el reloj avanza, el tiempo no se detiene, y cada vez está más cerca el 1 de septiembre, una fecha esperada con ansias por algunos e ignorada por muchos, pero que mantiene a la comunidad abogadil de nuestro país en vilo: el cambio en los poderes judiciales, federal y estatales, después de una reforma constitucional para elegir por voto a jueces y magistrados.
Mucho se ha hablado de este cambio, a favor y en contra, pero lo cierto es que la mayoría de lo que se ha dicho y escrito son discursos huecos sobre justicia, corrupción e independencia, pues la opinión pública se ha preocupado poco en documentar cuáles serán realmente los efectos para las personas que se enfrentan al monstruo de mil cabezas llamado Sistema de Justicia Mexicano.
Los casos más graves son, sin duda, aquellos