En la GC-23, a la altura del centro comercial La Ballena , en Las Palmas de Gran Canaria , los conductores y transeúntes levantaban la vista con asombro hace apenas unos días.
Un grupo de aves blancas, esbeltas y de vuelo pausado se posaba sobre las zonas verdes cercanas a la vía. No eran gaviotas ni palomas, tan habituales en el paisaje urbano. Se trataba de garcillas bueyeras , aves migratorias que, empujadas por el calor extremo y la falta de agua en sus enclaves tradicionales, han encontrado refugio en Gran Canaria .
Es un ave que suele desplazarse entre Europa y África, con paradas habituales en lugares como Doñana o el delta del Ebro. Pero la sequía y los desajustes de temperatura han hecho que algunas se desvíen hasta Canarias , señalan los expertos.
Un espectáculo en