Pío, Pío, pero nadie canta claro…

El episodio de los sobres con dinero entregados a Pío López Obrador es un recordatorio incómodo de cómo la política mexicana se mueve en arenas movedizas. La secuencia de declaraciones es, por decir lo menos, contradictoria. El presidente asegura que era apoyo para Morena; el INE dice que no hay pruebas suficientes para acreditarlo; Manuel Velasco deslinda a su gobierno; David León, el intermediario, nunca explicó con claridad de dónde salió el dinero.

El ciudadano de a pie asiste perplejo a esta tragicomedia: todos dicen y se desdicen, todos niegan, todos evaden. El problema es que la opacidad erosiona la confianza en las instituciones y en los partidos. Cuando el discurso oficial se contradice con las versiones de quienes participaron, la conclusión es

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